domingo, 21 de septiembre de 2008

47 AÑOS DESPUES...

Discurso pronunciado por el profesor-ingeniero industrial y periodista, Raúl Fernando Moscol León el 3 de junio del 2008, con ocasión del cuadragésimo sétimo aniversario de creación de la Institución Educativa Miguel Cortés del Castillo, en el auditorio de la Universidad Nacional de Piura.



Raúl F. Moscol León en plena charla.

¡Cómo pasa el tiempo!...
La Castilla del siglo XXI no es la del siglo pasado… Ya no es la Tacalá, fuente de inspiración poética de Enrique López Albújar, tampoco es la Tacalá de calles polvorientas, desordenadas y casi desiertas, por las cuales muchos de nosotros transitamos…
El distrito que debe su nombre al Mariscal Ramón Castilla, el soldado de la ley, al comenzar los años sesenta se interconectaba con Piura, a través de los puentes Viejo y Sánchez Cerro. No existía el Bolognesi, menos el Cáceres, pero si el puente de palos, que se levantaba en medio de las escasas aguas del río Piura y permitía acortar distancia a quienes habitaban, verbigracia, por la Plaza de Montero... Se pagaba un real o en moneda de hoy, el equivalente al costo de un marciano o bodoque...
Castilla terminaba un poco más allá de lo que es hoy la avenida Jorge Chávez, atravesada por el famoso, en aquel entonces, canal de Balarezo. Este viaducto, cuya aguas eran extraídas, por bombeo, del río Piura, irrigaba las tierras de la hacienda Tacalá, ubicada donde esta actualmente DIMASAC, de propiedad del alcalde castellano Ricardo Wancheng Morales, cerca a la Iglesia Mormona, en la avenida Progreso.
El canal de Balarezo, construido por don Teodoro Balarezo Lizarzaburu, padre de Orlando Balarezo Calle, agricultor y deportista que hizo grande al club de fútbol Atlético Grau; en los meses de verano se convertía en la gran piscina o playa de Castilla. Cientos de adolescentes se refrescaban en sus calientes aguas, pero muchos de ellos dejaron este valle de lágrimas para formar parte del reino de Dios… Perdieron la vida ahogados…Que el Hacedor los tenga en su seno.
La avenida Progreso, como se conoce ahora a la principal vía del distrito y en la que se ubica desde hace 47 años el Colegio Nacional Mixto Teniente EP Miguel Cortés del Castillo, se llamaba Julio Rodríguez, en honor a un viejo político piurano cuyo nombre ostenta un equipo de fútbol castellano, del cual es sufrido hincha acérrimo vuestro profesor Teowaldo Chiroque, celoso guardián de la disciplina cortesina, especialmente del turno tarde.





Avenida Tacna de Castilla, allá por los años 60.

Y en esta Castilla de los sesenta, empezó a gestarse el Colegio Nacional Mixto Teniente EP Miguel Cortés del Castillo, lancero, héroe piurano nacido en la calle Lima, cerca de la Iglesia San Francisco y muerto en acción heroica en las pampas de Junín, el seis de agosto de 1824, hecho que registra la historia nuestra como la Batalla de Junín. Gloria a él, a José Antonio de Sucre y al gran libertador venezolano Simón Bolívar Palacios.
El terreno elegido para levantar el Miguel Cortés del Castillo fue un amplio sector de Castilla, de propiedad de la Comunidad de Indígenas, conocido como Campo de Polo, porque servía para que los blancos, como se llamaban a los hacendados de aquellos años, jugarán polo, deporte en el que dos equipos contrarios de cuatro jugadores cada uno, montados a caballo, intentan llevar una pequeña pelota de madera o plástico hacia la portería del rival, formada por dos postes de mimbre, por medio de un taco o mazo. El objetivo consiste en marcar goles.
Sin embargo, los cobradores de los rojos, azules o los Ciccias, colectivos que unían Castilla con Piura, abreviaron su nombre y nunca más fue Campo de Polo, sino Campo Polo, barrio populoso que cobija entre sus tierras al alma máter del distrito, que tuvo como su primer director al dinámico, pero de habla “parsimoniosa”, profesor iqueño Luis Alberto Ramos Zambrano, llamado “veneno” por quienes bebieron de su sapiencia...
Cuenta Húber Romani, ex alumno cortesino y profesor del plantel donde estudió toda su secundaria, que uno de los hijos del profesor Ramos Zambrano estudió en el Cortés.
-Era el mismo diablo, dice y agrega: Su papá, el profesor Ramos, llegaba a las aulas y luego que se retiraba, su hijo le gritaba ¡Veneno!..
El director regresaba y preguntaba: Quién ha sido? ... Nadie hablaba, pero con la mirada el resto de alumnos señalaba a su hijo. Lo sacaba de las orejas y lo expulsaba, tal como lo hizo con el mismo Hoower, a quien acuso de haberle faltado el respeto.
-Eso fue mentira, pero nadie se atrevía a replicarle.
Rememora Húber Romani que “cierto martes social abandonaron las aulas de segundo año y se fueron al cine Municipal para ver las películas mexicanas en las que trabajaba Pedro Infante y Javier Solis”.
Agrega:
-El profesor Ramos llego al aula de nosotros y solo encontró a ocho alumnos. Hizo llamar a las apoderados y cuando llegue con mi tío, un policía, porque mis padres vivían en Buenos Aires, Morropón le dijo a mi familiar: Su sobrino me ha faltado el resto y me ha querido pegar… Yo protesté diciendo: profesor Ramos Zambrano: No es verdad lo que dice… “Veneno”, sin alterarse y dirigiéndose a mi tío, le dijo: Y todavía me trata de mentiroso. Lástima de muchacho… Al final, me fui a casa siete días…
Eran otros tiempos y por aquellos años, Castilla, el principal distrito de la ciudad capital, crecía en población y los adolescentes y jóvenes, especialmente los que estaban en edad de iniciar sus estudios secundarios, en 1961, se encontraban en una gran encrucijada: seguir estudios en Piura o dejar los libros para mejor ocasión…
Los padres de familia de aquellos niños y niñas de 11 ó 12 años de edad, no les quedaba otra que la de pelear una vacante, los varones, en la entonces Gran Unidad Escolar San Miguel o en el Instituto Agropecuario de Chiclayito, y las mujercitas, pugnar por lograr su ingreso al Colegio Nuestra Señora de Fátima. Eran los únicos planteles estatales que cobijaban a los menos pudientes…
Los padres de familia con mayores recursos económicos matriculaban a sus hijos varones en San Ignacio de Loyola, que recién se había creado bajo la protección de los sacerdotes jesuitas o Salesiano, plantel dirigido por los seguidores de Don Bosco. Las chicas formaban parte de la columna de Nuestra Señora de Lourdes, hoy centenario colegio.
Es estas circunstancias que la sociedad civil de Castilla se organiza, bajo la tutela del alcalde, odontólogo Jorge Gallo Silva y empieza a reclamar, apoyados por los diarios El tiempo y La Industria, desaparecido en 1975, la creación de un colegio secundario que supla con creces esta necesidad estudiantil de inicios de los setenta.
El escogido para ejecutar esta gran tarea fue el profesor Luis Ramos Zambrano, director de estudios de la GUE San Miguel, quien rápidamente movió sus contactos -como dirían los jóvenes de hoy- y gracias al apoyo de los entonces diputados por Piura, Ramón Abásalo Rázuri y Carlota Ramos de Santolaya, consiguió que el doctor Manuel Prado Ugarteche, presidente de la república, promulgue el 21 de abril de 1961, la Ley No.13642 que creaba el Colegio Nacional de Educación Secundaria Mixto Teniente Miguel Cortés del Castillo.
La mañana del 3 de junio, de hace 47 años, se inauguró oficialmente el naciente plantel, que funcionó provisionalmente en el Estadio Miguel Grau. En las graderías del Coloso de Miraflores, que dentro de cinco días cumplirá 50 años al servicio del deporte piurano, funcionaron las primeras aulas cortesinas que albergaron a 129 alumnos, ávidos de aprender y saber más…
Ramos Zambrano y los padres de familia, encabezados por el doctor Felipe Mezones Mocarrro, no cejaron en su porfía de conseguir un mejor local para el Miguel Cortés y la Comunidad de Indígenas de Castilla donó para la educación de sus hijos, un vasto terreno de más de 14 mil metros cuadros, parte del cual le fue quitado al Círculo Deportivo de Castilla, club que en esta área tenía proyectado construir su estadio propio. Hoy no está el equipo rojo, ni el coliseo, pero sigue acompañando a la niñez y juventud castellano el Colegio Nacional de Educación Secundaria Mixto Teniente Miguel Cortés del Castillo.
En el segundo semestre de 1963, los cortesinos dejaron definitivamente el Miguel Grau y gracias a los pabellones que empezaron a construirse el 5 de agosto de 1961, fecha en que se colocó la primera piedra del nuevo plantel tacaleño, todos los alumnos se juntaron en un solo local y empezaron a labrar la grandeza de la hoy Institución Educativa Miguel Cortés, nombre que no debe abreviarse, pues fue creado como Teniente Miguel Cortés del Castillo, tío del Caballero de los Mares, Miguel Grau Seminario.
Los inicios fueron duros, tanto para los profesores como para los alumnos. No había comodidad, pero los docentes fundadores supieron ingeniárselas para no defraudar las expectativas de los alumnos, muchos de los cuales cayeron bajo el imperio del látigo y la palmeta, El autor de “Matalaché”, Enrique López Albújar, definió al látigo de tres lenguas, como “un viejo gruñón y malvado, que por cualquier cosa mordía las nalgas de los niños”, y a la palmeta, como “hembra taimada, carrilluda, glotona que se desvivía por sentir el estremecimiento y el ardor de las manos que tundía”.
Eran los tiempos del rincón quita calzón y de la letra con sangre entra, reglas con la que crecimos los muchachos de antes, pero que hoy casi han desaparecido, porque nuevos rumbos tiene la educación. Tampoco ya no existe aquello de “a cocachos aprendí mi labor de colegial en la escuelita fiscal de barrio donde nací”. Pero, los antiguos claman por la vuelta de la educación de los viejos tiempos para formar ciudadanos íntegros y mejores profesionales... Pareceres que hoy no analizaremos.
Sin embargo, es bueno recordar que durante estos 47 años de vida institucional del Miguel Cortés, han sido directores, a parte de Luis Ramos Zambrano, Jorge Monroy Palacios. Manuel Adrianzén Rivas, Vital Mego Núñez, Ramón Enrique Rosado Valdiviezo, José Enrique Sánchez Villegas, Teobaldo Cruz Carranza y el ex alumno cortesino, natural de Miramar, Paita, Sergio Ramírez Pinto.
Los past directores que aún están con nosotros, no deben olvidarse del colegio. Todos necesitamos de sus experiencias vividas, pero un extraño hechizo ha hecho que se vayan para no volver, salvo contadas excepciones…Para los que partieron, por favor les ruego ponerse de pie un minuto, para tributarles, en silencio, un calido homenaje y agradecerles por todo lo bueno que hicieron por nuestro querido colegio.
También vaya nuestro agradecimiento a los profesores fundadores, como Luz Violeta Álvarez García, César Cabrejos Noblecilla, Juana Flora Moscol León, Flora Ruth Veramatus Benites, Teresa de Jesús Ocampo Torres, María Guerrero Paredes, Fernando Castro Román, José Chiroque Bances y el sacerdote Enrique León Palomino. Ellos empezaron a labrar la grandeza del Miguel Cortés.
Y en esta noche, noche de fiesta, noche de homenajes, es hidalgo reconocer la labor diaria que hacen dos viejos trabajadores, en el buen sentido de la palabra. Uno de ellos, de hablar rápido, que casi no se le entiende, pero que maneja los números, como los dioses, es el administrador César Espejo. El, igual que nuestra eficiente secretaria Zoila Rosa Emperatriz Suárez, tienen 28 años laborando en el plantel. No piden nada, pero el aplauso de ustedes es el mejor regalo que pueden recibir en este grandioso día. Para ellos, palmas fuertes y que se pongan de pie, si están con nosotros.
El profesor y magíster Mario Briones Mendoza dirige desde el 2 de marzo de 1998 el alma máter de Castilla. No es ocasión hablar de su gestión, pero si lo exhortamos para que siga en su empeño de hacer de los cortesinos una verdadera y unida familia…
Ha propósito, cuentan que en el infierno, había un enorme cerro de arroz y una pesada cuchara de tres metros de largo… Nadie la podía usar, porque todos querían comer al mismo tiempo. No podían, siquiera, levantarla…El mismo cuadro se presentaba en el Cielo, pero los buenos, de cuatro en cuatro, cogían la enorme cuchara y al final todos aplacaban su hambre…
Y es que, la unión hace la fuerza y eso es lo que debemos predicar a diario en las aulas verdes de nuestro plantel. Solo así seremos más, de lo contrario continuaremos siendo como los cangrejos piuranos de la cesta de un vendedor de crustáceos, que en el otro extremo llevaba un canasto cerrado y repleto de cangrejos japoneses.
Un curioso, al verlo pasar, le pregunta:
-Por qué el cesto que contiene los cangrejos piuranos está abierto y la canasta llena de cangrejos japoneses está cerrada.
-La respuesta es muy fácil buen hombre, le responde el vendedor y a continuación agrega: La canasta con los cangrejos japoneses va cerrada, porque si uno de ellos quiere escaparse, todos los ayudan a salir y se va… En cambio, la canasta llena de cangrejos piuranos está abierta, porque cuando uno quiere huir, todos lo jalan para que vuelva a caer…
Esto es parte de la idiosincrasia nuestra que debemos desterrar y más bien, como profesores, hay que inculcar a nuestros alumnos que rompan esquemas para que se conviertan en los líderes que Piura y el Perú en general necesitan. No deben ser como los postulantes que intentaban ser los asistentes de Tomás Edinson, inventor de la bombilla de luz, aquella que alumbra las noches en nuestras casas…
Él, Edinson, cada vez que necesitaba un ayudante, convocaba a un concurso e invitaba una sopa a los postulantes que acudían por el puesto. El mayordomo servía la mesa. Colocaba ají, sal y otros ingredientes, pero el gran inventor nunca contrato a quien vaciaba el salero en la sopa, sin probarla… Y es que, ante todo, había que probarla… Es decir, había que romper esquemas, no ser rutinario, porque la rutina destruye al ser humano.
Urge, además, comunicación estrecha. No solo con quienes formamos la familia cortesina, sino también con el entorno que nos rodea. A veces bastan dos signos de interrogación para recibir de vuelta dos de admiración que nos dicen mucho, como lo hizo Víctor Hugo, el romántico de Francia, cuando empleando los signos de interrogación preguntaba cómo iban las ventas de su célebre publicación Los Miserables. El editor, le respondió, con dos signos de admiración. Le decía: muy bien… Es la carta más corta del mundo…
Y es que nuestro lenguaje, que es maravilloso, nos dice mucho en pocas palabras, como la del cuento más corto del mundo que nos relató el escritor guatemalteco, radicado muchos años en México, Augusto Monterroso. El escribió El dinosaurio, nombre del relato, en siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Profesores del Colegio Nacional Miguel Cortés del Castillo, colegas y alumnos cortesinos:
Falta poquísimo para celebrar nuestras Bodas de Oro. Los cincuenta años están a la vuelta de la esquina, por eso desde ya dejemos ser los congrejos que van en la cesta piurana del vendedor de crustáceos, probemos la sopa antes de vaciar la sal y hagamos de la comunicación un hábito, para decir o escribir en pocas palabras, historias con final feliz, como las de los cuentos de hadas… Solo así, y solo así, tendremos un mañana mejor.
Gracias por escucharme.
Profesores cortesinos rodean al director del plantel, Mario Briones Mendoza.

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